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El boliviano frente al dólar: Crece la presión por la devaluación

Bolivia país está viendo las consecuencias del anclaje del dólar, mientras los países vecinos están devaluando sus monedas para ganar competitividad para sus exportaciones y proteger sus mercados, principalmente frente a la agresividad comercial de China.

La delicada situación económica que atraviesa Argentina, donde el Gobierno de Macri tuvo que anunciar que recurrirá al Fondo Monetario Internacional (FMI), después de que el peso argentino sufrió su mayor caída frente al dólar en lo que va 2018, generó en Bolivia una nueva ola de opiniones sobre la necesidad de devaluar o no el boliviano frente a la moneda estadounidense.
Según los reportes de los medios internacionales, el dólar gana fuerza a nivel mundial, mientras que las monedas emergentes se deprecian por la salida de capitales que se van del riesgo. Todas las monedas -especialmente las del mundo emergente- se están devaluando contra el dólar.
En Bolivia, sectores empresariales y la oposición han vuelto a manifestar que es necesario devaluar la moneda boliviana, pero las autoridades monetarias y financieras del Gobierno de turno también han vuelto a sostener que el dinamismo económico, acompañado de la baja inflación, hace innecesario.
Ya en 2015, el entonces presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Marcelo Zabalaga, decía que “nosotros creemos que la devaluación no es un indicador de competitividad, según los estudios anuales que hace el Foro Económico Mundial, y resulta que desde 2008 se dieron cuenta que el tipo de cambio no hacía la competitividad de un país; hay otras variables que tenían importancia, como la estabilidad macroeconómica o el nivel de retribución de los asalariados”.
En Bolivia, el BCB realizó la última apreciación de la moneda nacional con relación al dólar de Estados Unidos el 2 de noviembre de 2011, al bajar la cotización de Bs 6,97 a Bs 6,96 para la venta y de Bs 6,87 a Bs 6,86 para la compra.


Boliviano perdió valor
En los últimos 12 años, el boliviano perdió valor frente al dólar hasta en un 40%, es decir, por cada Bs 10, hasta Bs 4 está depreciado, y sólo Bs 6 constituye el valor real de la moneda. Si esta es la realidad, en el país se debería estar pagando por cada dólar americano Bs12 y no Bs 6.97, como sucede actualmente.
Esta situación fue oficializada por el staff técnico del Fondo Monetario Internacional, cuando menciona que “el tipo de cambio estaría sobrevaluado entre 17% y 30%”, apunta la Fundación Milenio.
La cifra mayor de la depreciación de la moneda nacional frente a la divisa norteamericana (40%) lo develaron el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Wilfredo Rojo, el economista Gonzalo Chávez, además de la Fundación Milenio y Jubileo, en un coloquio.
En esta dirección, los analistas Chávez, Juan Antonio Morales, Rolando Morales, Gabriel Loza y Germán Molina propusieron, cada cual a su turno, la necesidad de flexibilizar el tipo de cambio y, por lo tanto, modificar la política cambiaria en el país en un documento que elaboraron y que la Fundación Jubileo hizo público.
Según Milenio, el tipo de cambio no se mantuvo incólume, por el contrario, entre 2006 y 2011 se produjeron varias revaluaciones de la moneda nacional, dada la abundancia de divisas para evitar efectos inflacionarios.
Los criterios para revaluar eran, empero, mucho menos claros que cuando se devaluaba. El bolsín, que fue un mecanismo de venta, y años después, cayó en desuso. La bonanza exportadora de 2004 que se extendió hasta el primer semestre de 2014, proveía una oportunidad para ir a un tipo de cambio flexible, con todos sus atributos.
Existía además en el BCB la plataforma electrónica para la compra/venta de títulos valor, que fácilmente podía haber sido adaptada también para la compra/venta de dólares, señala Milenio.
Sin embargo, a pesar de estas condiciones, en noviembre de 2011, las autoridades decidieron congelar el tipo de cambio, a pesar de los cambios tanto en el contexto internacional como en el nacional.
Esta realidad cambió a mediados de 2014, cuando terminó el superciclo de altos precios para las materias primas, subraya Milenio.
En respuesta a esta situación, los países vecinos y socios comerciales de Bolivia, como Brasil y Argentina, optaron por depreciar sus monedas fuertemente entre 2014 y 2015.
A pesar de esos shocks negativos de gran severidad no hubo una respuesta de la política cambiaria del país. Se apostó al mantenimiento del tipo de cambio fijo con las altas reservas internacionales constituidas durante la bonanza, señala la institución.

¿Verdad o mentira?
Una frase del presidente del BCB, Pablo Ramos Sánchez, acercó también una respuesta a esta inquietud con un horizonte inmediato, el de llamar implícitamente a una reflexión para comenzar a mirar con atención sobre el tipo de cambio fijo que hasta ahora mantiene el Estado desde 2011.
“El tipo de cambio real en Bolivia está muy próximo a la tasa real de equilibrio”, dijo la autoridad, añadiendo como señal de advertencia que en los países de América Latina, donde devaluaron sus monedas frente al dólar, “se desencadenaron procesos inflacionarios”.
Casi con la misma posición, el Ministro de Economía, Mario Guillén, declaró que “nosotros hemos mantenido el tipo de cambio estable y en teoría lo vamos a seguir haciendo mientras no veamos la necesidad de cambiarlo”.
Según Milenio, si la política es de tipo de cambio fijo, las políticas fiscal, monetaria y salarial tienen que ser consistentes con ella. Si a cambio se decide promover políticas expansivas, como ha sido el caso en los dos últimos años, continuaremos perdiendo competitividad cambiaria, lo que penalizará a nuestros sectores productivos, tanto de exportaciones como de los que tienen que competir con las importaciones, muchas de ellas además de contrabando.

Efectos
En el análisis que plantó Jubileo y ratificó Milenio, la sobrevaluación cambiaria tiene claros efectos negativos sobre la producción nacional, pero también crea riesgos financieros.
Para mantener el tipo de cambio fijo se necesitan reservas internacionales considerables y el público hace un seguimiento cercano de ellas. Así, caídas significativas de las reservas pueden desatar ataques especulativos; si se teme que se están acabando, nadie querrá quedarse sin dólares y correrá a comprarlos antes de que se terminen. Aún incluso antes de acabarse, el gobierno podría verse obligado a devaluar, lo que sería un escenario catastrófico, exponen ambas instituciones.
Pero ¿cómo se explica esta situación? Para Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), a la hora de analizar el tipo de cambio fijo, lo primero que se debe asimilar es que representa un “asunto sensible”, ya que “el tipo de cambio en Bolivia no es realista, está anclado desde el año 2011”.
Para el ejecutivo, años después el país está viendo las consecuencias de este anclaje del dólar cuando alrededor existen países vecinos que están devaluando sus monedas para ganar competitividad para sus exportaciones, pero al mismo tiempo, para proteger sus propios mercados, principalmente frente a China.
“Un boliviano fuerte nos lleva la paradoja de tener un dólar barato, que alienta la importación y hace cuesta arriba la exportación. Entonces se produce un doble fenómeno de sentido contrario; las exportaciones caen, las importaciones suben y registramos un déficit en la balanza comercial”, refiere.
Llega a la conclusión de que “Bolivia tiene una camisa de fuerza, yo diría una doble camisa de fuerza, una autoimpuesta y la otra heredada: la de la bolivianización”.
Por su lado, Chávez afirma que el tipo de cambio está apreciado en torno a un 40%, esto hace que la política fiscal sea menos efectiva, porque buena parte de este dinero se va afuera. “El peor error de la política del gobierno fue mantener un tipo de cambio fijo en los últimos siete años. Estamos inmersos en una trampa porque el resto del mundo está devaluando, inclusive los vecinos, y nosotros no movemos el tipo de cambio y esto favorece a las importaciones”, sostiene.

Riesgo de desestabilizar
En la percepción de Morales, ex presidente del BCB, el gobierno debería haber implementado un rango mayor de flexibilidad al tipo de cambio “en el momento de auge, cuando estábamos nadando en divisas, donde ya no sabíamos qué hacer porque había tanto, pero este ya no es el momento”.
“El tipo de cambio es un problema bien difícil, no subestimo. No quisiera ser quien deba tomar una decisión al respecto, porque hago lo que haga, la situación es bien compleja, porque si devalúa eso puede desestabilizar muy fuerte la economía boliviana y crear problemas económicos y políticos mayúsculos”.
La percepción de sobrevaluación puede también producir nerviosismo en el público con relación al tipo de cambio. Las reservas internacionales pueden mitigar ese nerviosismo más que los anuncios de las autoridades económicas, con credibilidad cada vez más erosionada, agrega la Fundación Milenio.
De cualquier forma, hay necesidad de estudiar el tema del tipo de cambio. “En mi criterio, no se puede mantener un tipo de cambio fijo, como es la intención del gobierno, durante mucho más”, expuso el economista Rolando Morales, al manifestar que no sería nada conveniente “que el gobierno se lance a una devaluación. Quizá lo que más convendría sería reponer el bolsín, que es un sistema de remate de divisas, y ver cómo se va a definir el precio del dólar”.
Ganadores y perdedores
Según German Molina, un régimen de cambio fijo se vuelve insostenible, cuando las cifras observadas anteriormente están por debajo respecto a los indicadores referidos.
El informe de rendición de cuentas del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de 2017, registró que las reservas internacionales respecto al PIB fueron de 28%, que estarían por debajo del nivel óptimo, señaló el especialista. Los afectados en Bolivia por mantener un régimen de tipo de cambio fijo resultan ser los exportadores.
“Los ganadores que son los importadores formales e informales que acceden a los dólares para comprar bienes y servicios, principalmente de China, y los perdedores son los exportadores que por la venta de sus productos al mercado mundial reciben 6,96 bolivianos por 1 dólar, y sus costos internos se elevan periódicamente, disminuyen sus márgenes de ganancias y declinan sus expectativas de nuevos proyectos y creación de nuevos puestos de trabajo para profesionales jóvenes egresados de las universidades que repercute en el crecimiento económico del país”, apunta.

Minidevaluaciones
El gobierno debería mirar con seriedad la necesidad de implementar ya, una “política cambiaria y bajo una modalidad flexible”, propuso a su vez el expresidente del BCB, Gabriel Loza.
Para hacerlo, debe mirar “no objetivos de corto plazo, porque no habría beneficios netos derivados de la devaluación, dado los costos asociados a la inflación y a la dolarización financiera, sino para retomar el uso del instrumento cambiario para hacer frente a un entorno muy adverso y prolongado”, sostiene.
Es más, Loza puso a consideración de las autoridades una fórmula de trabajo sintetizado en tres pilares: a) acordar en el programa económico financiero entre el BCB y el Ministerio de Economía, una meta de depreciación, b) dejar al Comité Monetario y Cambiario del BCB establecer una tabla anunciada y pública de mini depreciaciones del tipo de cambio para que los agentes económicos ajusten sus decisiones y expectativas, y c) subir la comisión de las transferencias financieras al exterior del sistema financiero, de manera de preservar el equilibrio entre el diferencial de la tasa de interés de los depósitos y la tasa de interés internacional, para desincentivar la salida de capitales.

 

El dólar ya no es moneda patrón
 
En una visión distinta, el académico y analista Rafael Villarroel, señala que el dólar ya no DOLARes la moneda patrón en el mundo y por tanto no deberíamos incubar miedos a la hora de mirar la necesidad de realizar un ajuste al tipo de cambio que, en su criterio, por ahora es innecesario.
“A partir del inicio de la década del año 2000, el mundo ha cambiado, lamentablemente, ya no hay una hegemonía brutal del dólar en el mundo, pues resurgieron Europa, Asía, Rusia, cada cual con su propia moneda, que además comenzaron a competir en el mercado financiero”, comentó.
Según Villarroel, el grado de desarrollo de los polos económicos distintos al norteamericano llegó al punto que “decidieron implementar un sistema de compensación independiente del patrón dólar”, por consiguiente, esa divisa deja de tener el valor fiduciario que mantuvo por décadas.
Otro tema de importancia que subraya Villarroel fue la bolivianización de los depósitos financieros. “El 96% están en moneda nacional y los bancos hoy tienen preferencia por la moneda nacional y no por el dólar”.
En su análisis, lanza una pregunta a quienes insisten en la necesidad de devaluar el boliviano. ¿Qué exporta Bolivia?: “Sólo gas, pero nada más. Porque es importante reconocer que los empresarios viven del Estado”.
En consecuencia, una eventual devaluación irá en beneficio del empresario para aumentar el precio a sus exportaciones en perjuicio de la población que tendría que aguantar una devaluación y, por lo tanto, pérdida del poder adquisitivo de la moneda, opina.

Edwin Miranda V. / La PAZ

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