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Lo que no se comunica, no existe

Si hay algo en lo que todo el mundo está de acuerdo, es que esta nueva crisis provocada por la pandemia llena de incertidumbre a la economía. Todas las empresas, grandes o pequeñas, se resienten de este parón en seco y la tendencia habitual es al recorte en el presupuesto de comunicación y publicidad. Hay un proverbio que dice: Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días. Disminuir ahora la importancia de la comunicación corporativa sería como tirar la caña y quedarse mirando al pez. Y la verdad es que esta situación tan poco habitual crea una tendencia a quedarse paralizados. Pero así es probable que no se llegue muy lejos.

Porque no comunicar no es una opción. Los silencios también comunican, aunque muchas empresas no sean conscientes. La comunicación y la publicidad no deben de ser algo en lo que invertir cuando todo va bien, son un eje estratégico de las empresas y como tal tienen que ser tratados.

La publicidad es algo que desde siempre depende de dos variables: la economía y la sociedad. La historia del arte de vender ha ido cambiando a través de los siglos y nos ha enseñado una lección: el tiempo ha dado la razón a aquellos que en periodos de recesión han apostado por la comunicación y la publicidad para aumentar la cuota de mercado de su marca, eso sí, si están preparados para pensar a largo plazo.

Seguro que muchos empresarios creen que eso no es nada fácil. La palabra es adaptarse para sobrevivir y estar mejor situados cuando la crisis ya haya pasado. Y hay que adaptarse en todo, también a una nueva realidad socioeconómica que puede hacer que cambien los productos o servicios que ofrecen las corporaciones.

Estos posibles cambios deben estar alineados con las políticas de imagen y comunicación para no dar una falsa sensación de “aprovecharse” de la situación o que el cambio que genera es algo falso o impostado. Es muy importante como empresa preguntarnos: ¿cómo vamos a reaccionar ante la situación y cómo queremos que nos vean nuestros diferentes públicos?

Para eso tendrán que adaptarse los planes de comunicación, siendo conscientes de que estaremos trabajando en lo que se denomina “la nueva realidad”. Eso significa que la comunicación tiene que crear un contenido relevante con independencia del medio de transmisión. A partir de ahora, los contenidos on-line serán más importantes y la manera no presencial de comunicación tendrá que tenerse en cuenta por los profesionales. Es cierto que perderemos algo de gran importancia que se tiene en los actos cara a cara, pero hay que ponerse al día y encontrar nuevas fórmulas que sustituyan a los formatos presenciales.

Si como empresas, la crisis ha obligado a evolucionar o incluso a transformarse, la comunicación tiene que hacerlo saber. Porque una máxima de la comunicación corporativa es que “lo que no se comunica, no existe”. Por lo tanto, si hemos decidido apostar por el futuro, hay que echar la caña al amplio mar de la economía y seguir pescando sin parar. Y luego contarlo.

 

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Elena Batanero, es Experta en Comunicación Corporativa, profesora de publicidad en EDIB y escritora.

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