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Eunice Achá, la mujer de los mil eventos

A veces sus ojos cafés y su rostro fino denotan cansancio. Pero no, lejos de darlo por hecho, realiza una llamada, posa para una foto, atiende a la prensa, da alguna orden, todo tiene que estar ok, sonríe, toma nota de algo, atiende a quien la solicite, una y otra vez. Nunca se cansa, aun cuando su jornada haya estado plagada de acontecimientos. Simplemente, Eunice Achá Ferrel es la mujer de los mil eventos.

Su nombre de pila es Edith Eunice, pero todo el mundo la conoce solamente como «Eunice», nombre que a ella también el gusta y que a estas alturas de sus 54 años resuena por doquier donde sea que haya un evento, una feria o algún acto que tenga que ver con emprendedurismo.

Desde hace 27 años, se ha enfrentado a enormes contratiempos para llegar a lo que es hoy: una experta en eventos feriales. Y ahora lo hace con toda la pasión que le caracteriza desde su cargo de Gerente General de la Feria Internacional de Cochabamba (Feicobol), cargo que ejerce desde diciembre de 2007.

Tiempo completo

Nadie sabe de dónde saca tiempo, pero las 24 horas del día le alcanzan incluso para descansar. Es más, le da para cambiarse y maquillarse dos, tres o las veces que sea necesario, según lo amerite la cantidad de actos a los cuales debe asistir, siempre con el pelo suelto y una sonrisa jubilosa. Cuando le efectuábamos esta entrevista, pide por favor que le traigan su vestido de su coche, para la foto de Hernán Andia. «Tengo mi roperito extra”, confiesa ante tal evidencia.

Incluso, tras doce horas o más de trabajo arduo, Eunice muestra que el mal humor ni el cansancio la doblegan. Pero siempre trata de descansar bien. A veces una copa de vino, que le encanta, la revitaliza.

Semejante a una niña que ensaya caminar en una cuerda floja, dio sus primeros pasos en el arte del liderazgo y la gerencia haciendo de relacionista pública, pasando por agente comercial y apuntándose como encargada de protocolo. Es más, su tesis de grado en la carrera de Economía de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) tenía que ver con el rubro de la madera y su promoción, precisamente, mediante ferias.

Pero su verdadero momento de hacerse camino en el mundo de los eventos fue cuando, en 1993, los entonces directivos de Feicobol, Ernesto Arandia y Ricardo Bedregal, le confiaron tareas específicas del rubro en las que demostraría que estaba hecha para eso; aquello la impulsaría a despegar en serio en el ámbito de los emprendimientos.

«Me cautivaron las ferias: ahora me apasionan», abrevia su apego a importantes ferias como Feicobol, que el año pasado generó más de 157 millones de dólares en intenciones de negocios, empleos directos e indirectos, inversiones y ventas directas e indirectas.

Pero sus ansias de superación la llevaron hasta Alemania, donde consolidó sus estudios. Contaba 31 años. Regresó y en diciembre del 98 la nombraron Gerente Comercial de Feicobol, hasta 2005.

Hizo un paréntesis con Feicobol embarcándose en otros proyectos como Actividad Rural Competitiva del Cacao (ARCo–Usaid), que le valió para afianzarse en lo que siempre fue su fuerte: regir eventos empresariales.

Hasta 2007, cuando regresó vigorizada en todo sentido, Eunice había perfeccionado el oficio del liderazgo y de comandar eventos con ambas manos, con la mente y el corazón, para no tener que detenerse y ser más productiva en todo, incluso con su entorno.

Desde su oficina situada en el tercer piso del edificio de la Federación de Empresarios anota su agenda y planifica al más mínimo detalle los eventos. Cuando no hay ferias, su equipo es de 26 personas; pero cuando hay que moverse hacia el Campo Ferial de la laguna Alalay, éste se agranda a más de 300 personas bajo sus órdenes. 

 

Espíritu aventurero

Fruto de esa incursión en el mundo de los eventos, Eunice ha construido su alma viajera. Conoce cerca de una veintena de países de Latinoamérica y Europa de los cuales ha adquirido enseñanzas semejantes a las de sus libros favoritos de Gabriel García Márquez, Federico García Lorca, Ronnie Piérola, entre otros.

Dada su emoción al hablar de viaje, en medio de la entrevista abre su portátil y nos enseña un video de los lugares más bellos que conoció en Europa. Suspira y cuestiona «¿Acaso no podemos hacer que Bolivia sea conocida igual que otros países si tenemos tanta belleza?»

Esa es la razón por la que siempre tiene en mente proyectos de ecoturismo, gastronomía o que tengan que ver con la naturaleza.  

De cocinar Eunice sabe poquísimo, raro en una cochabambina. Aun así, le encanta el chajchu. Cuando habla de este plato, que lleva carne desmenuzada, cebolla y zanahoria picada en bastones, chuño machucado, cebolla verde en juliana, habas verdes, papas imillas enteras, todo coronado con huevos pasados, quesillo y ají molido rojo, le recuerda a su tía, Trinidad Ferrel. «Era la única que me lo preparaba como Dios manda, pero mi tía falleció hace dos años; ahora no sé dónde ir a comer un buen chajchu como el de mi tía», se entristece. Eso sí —confiesa—, después de varios intentos, está ensayando a que le salga bien preparar un espagueti.

Entre otras cosas, asegura que en su momento practicó atletismo y spinning. Ahora sólo le encanta caminar. «A mi edad ya no hago deporte», asegura. Pero no importa, se ha vuelto amante del fútbol, hincha del Wilstermann y del Bayer de Munich, por eso no se pierde los mundiales ni las olimpiadas.

 

 

 

También llora

Las amistades empresariales de su entorno y sus compañeros de trabajo la ven como una mujer correcta, franca y amigable, pero, ante todo, incansable en la búsqueda de progreso y excelencia.

Aun cuando se juzga una mujer poco cariñosa y algo fría, ha habido días que acabó quebrada en llanto. Eunice lo experimentó profundamente en tres ocasiones. Corría el año 2000, recuerda: «Nos llamaban de Colombia, Chile y de varios otros países que debían participar en la Feria Internacional, pero la incertidumbre era horrible, porque no sabíamos en qué iba a parar todo eso». Eran los meses de la «Guerra del Agua» en Cochabamba.

La segunda, en 2013, cuando un obrero, en un incidente fortuito, sufrió una descarga eléctrica debido a un cortocircuito. «Sentí mucha culpa, muy a pesar que no era un trabajador nuestro». El obrero, afortunadamente, logró recuperarse.

Y la tercera, en 2017. La Feria se encontraba en pleno desarrollo, pero de un momento a otro, falleció uno de los trabajadores más apreciados de Feicobol, Albino Castro. «Perder a un compañero de trabajo es perder a un miembro de la familia», suspira.

Con todo, está convencida de que «las cosas suceden por algo». Sin embargo, a partir de ese tipo de momentos aciagos, Eunice intenta anticiparse a los acontecimientos previendo que todo esté en orden, al punto de considerar que a veces se pasa de perfeccionista.

Es infatigable. Y no sólo puede estar calculando los presupuestos, enviando correos o respondiendo llamadas, sin parar, sino que lo hace sin perder entusiasmo. Lejos de regresar a casa a resguardarse de las jornadas extenuantes, Eunice suele usar los fines de semana para caminar, estar con su mamá, Alinda, relajarse un poco, recargarse de energías porque es consciente de que el lunes debe estar cien puntos para toda la semana.

 

Ante todo, mujer

No se considera una mujer bella, pero sí como decían las mamás de antes, «agraciada», y con ello le basta y sobra para lucir siempre encantadora. No obstante, de sus sentimientos habla poco, muy poco. Casi nada. Quizás porque —según ella misma lo confiesa— durante su juventud no tomó adecuadamente alguna de sus decisiones, hecho que la ha marcado hasta hoy. A pesar de ello, sostiene que cree en el amor, «pero un amor sincero, honesto y sin presiones».

Es también por eso que detesta la mentira y la deslealtad. «Para mí las cosas son blanco o negro, no hay medias mentiras ni medias verdades», zanja sin remordimiento alguno. De este su concepto deriva que jamás ingresaría a la arena política.

Eso va ligado a su manera de ver el problema del machismo. En su criterio, es una realidad que no sólo ocurre en Bolivia, pero sí se acentúa más al no entender que tanto el varón como la mujer poseen capacidades que pueden y deben complementarse hasta lograr un equilibrio.

«Lamentable las mujeres también somos machistas y por su lado los hombres dudan de las capacidades de la mujer. Esta realidad es la que tiene que cambiar», propone.

Destaca que la mujer boliviana, ya sea que tenga o no una profesión, tiene la virtud de hacer más de dos cosas al mismo tiempo, lo cual es un potencial inimaginable que puede marcar la diferencia en la familia, el en trabajo y en la sociedad. «Es cuestión de decisión, es cuestión de decidir y salir de la zona de confort y buscar ser mejores en todo», aconseja.

 

La vida sigue

Cuando le preguntamos si a sus 54 años tiene algún pendiente en la vida, Eunice piensa, eleva la mirada hacia una meta indefinida, brillan sus pupilas, exhala.

 

—Quizás resolver algunos malos entendidos. No es bueno guardar o generar rencor, a pesar de haber sufrido alguna ingratitud.

 

Hoy Eunice es una de las mujeres más renombradas en el mundo de las ferias, reconocida incluso por la Asociación Internacional de Ferias de América (Afida) de la que es parte muy activa.

Lo avala el estante de su oficina que luce colmado de plaquetas, galardones e insignias, todas por su magnánimo trabajo impulsando las iniciativas feriales. Una de las últimas se la entregaron en México, adonde acudió a mostrar los resultados de la innovadora «Expo Reincorpora» que da lugar a que unos 3.000 reclusos de los penales de Cochabamba expongan y vendan sus artesanías, con lo cual se ayudan a solventar sus necesidades y las de sus familias. También está el «Emblema de Oro» otorgado por la Armada Bolivia, cuyo reconocimiento la sorprendió, dado que —según ella— sólo hace su trabajo.

Allí se desenvuelve Eunice, en medio de la selva de gente que negocia, tranza o visita las ferias, ya sea en Cochabamba, en Bolivia o cualquier punto del mundo.

Pero todavía tiene metas por cumplir, por ejemplo, conocer Egipto, Israel e Indonesia. También sus energías están concentradas en organizar a su mejor estilo la 37ª Feria Internacional de Cochabamba, prevista del 16 al 26 de abril. Otra parte de su agenda está centrada en hacer realidad uno de sus sueños dorados: convertir a Cochabamba en un buró de convenciones abierto al mundo entero, en una alianza estratégica de entidades públicas con las privadas.

«Cada reto demanda un yo diferente. Si el año pasado era una Eunice versión 5.2, ahora tengo que ser una Eunice 5.3», resume esa pasión por los desafíos, con lo cual ya se ha hecho de un lugar precioso en el corazón de quienes la conocen y un puesto inigualable en el mundo de los mil eventos.

 

Perfil

Nombre: Edith Eunice Achá Ferrel

Nacimiento: Cochabamba 11 de noviembre 1966

Padres: Félix Achá (+) y Alinda Ferrel

Hermanas: Raquel y Haydee

Bachillerato: Col. Instituto Americano

Profesión: Economista (UMSS)

Hernán Andia
Luzgardo Muruá Pará

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