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Tiempo de celebrar, mejor si es con vino

El célebre Alejandro Dumas decía que “la comida es la parte material de la alimentación, pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento”, por eso cada fiesta debe ser acompañada de un muy buen vino.

La fiesta de la natividad (Navidad), conocida por los angloparlantes como la misa de Cristo (Christmas), y por los alemanes como la noche de bendición (Weihnachten) son, junto con el Año Nuevo, los dos días de celebración más importantes del año.

Considero que las dos actividades más transcendentales de ambos días son la cena y el brindis, dos momentos que pueden resumir todo el significado de las fechas más significativas del año, del cristianismo y del mundo en que vivimos.

La combinación de cena y brindis sugieren y nos introducen en un importante concepto enológico que en este último tiempo tiene presencia y se destaca cada vez con más fuerza y protagonismo: el maridaje. Es decir, el proceso metafórico de casar el alimento con la bebida, bajo el propósito de potenciar el placer de disfrutarlos.

Y existe en el maridaje de las fiestas de fin de año un factor muy importante que condiciona totalmente su manera de ser: la tradición. La Navidad reúne a la familia y amigos más cercanos, por lo tanto, la comida estará llena de aquello que guste y sea motivo de gratos recuerdos para los asistentes.

Si bien lo mencionado puede sugerir una incontable variedad de opciones, en realidad, podemos agruparlas para que sea más fácil elegir los vinos que acompañarán las comidas.

 

Elección

La primera actividad que antecede y da inicio a la cena es el brindis de Navidad. El mejor vino para esto ha sido, es y será el espumante o sparkling (no me refiero a él como champagne, ya que esta denominación sólo aplica a aquellos producidos en esa región de Francia). En el momento de elegirlo debemos pensar en un rosado, mejor si es de Malbec, por esa facilidad incomparable de gustar a todos por su dulzor e inconfundible sabor a frutos rojos que permite, además, acompañarlo con el tradicional e infaltable panetón.

Y pasando a la cena, existen muchas opciones que por nuestras limitaciones de tiempo y espacio las vamos a resumir en las dos más conocidas de nuestro medio: pavo, pollo y picana. El pavo y/o el pollo, con su carne blanca y magra, son condimentados con un sinfín de sabores dulzones, frutos secos y otras carnes que muchos usan como relleno. Elegir el vino apropiado nos invita a pensar en un vino rosado, hecho de uvas tintas como el Malbec, Cabernet Franc, Pinot Noir, que son cepas muy sabrosas, alegres y perfectas.

Y si pasamos a la picana, las opciones se vuelven más complejas. Esta comida muy típica del lado occidental de Bolivia, aunque también está encontrando adeptos en oriente, primero, cuenta con muchas carnes rojas y blancas de animales de granja, lo cual ya representa un gran desafío para el maridaje. Si a ello sumamos el hecho de que esté compuesta por varios acompañamientos y condimentos fuertes, nos hace más difícil la elección. Pero existe el ingrediente secreto que establece el vínculo: ¡el vino que lleva la picana! Y la recomendación fundamental es que sea un vino de alta gama, ya que como comprenderán, el producto final siempre dependerá de la calidad de los ingredientes. El vino perfecto para ello es el Malbec. Su capacidad de evocar frutos rojos y además su complejidad en el momento de combinarlo con carnes rojas, permite que sea un acompañante fiel de este plato típico. Muchos se preguntarán si el Cabernet Sauvignon, por su aspereza y complejidad, puede ser también apropiado; no dudo de que pueda serlo, pero sigo prefiriendo el Malbec. El amante del cabernet sauvignon que lea este artículo se dirá a sí mismo: “no importa, el mejor vino es el que más te gusta”, y le respondo con sinceridad: tiene toda la razón.

 

Postre

Mi recomendación para el final, luego del brindis y la cena tan bien cargados, acompañados y condimentados es tomar un vino de postre cosecha tardía (Late harvest) o una buena copa de vino rosé bien frío, perfecto para disfrutar esas noches maravillosas.

Dentro de todo este ejercicio del maridaje, les recomiendo elegir los mejores vinos, ya que mientras más exigentes somos con lo que consumimos, será más fácil para nosotros captar su complejidad y estructura, distinguir colores, aromas y texturas, asimilar sus conceptos y asociar los mismos a nuestro propio estilo de vida, nuestra propia experiencia, nuestro nuevo año y el deseo personal y colectivo de hacer que todos nuestros momentos sean únicos, inolvidables e irrepetibles.

 

Levantar la copa

  • El espumante para el brindis

Alma Negra Espumante es un vino hecho a base de Malbec, muy apropiado para tan importante momento de celebración, sabor dulzón característico de esa uva, elegancia única del producto, la botella y las fijas burbujas resultantes del método Champanoise.

 

  • Los vinos tintos para la picana

Albertina probablemente es el vino boutique más apetecido y buscado por los amantes del buen Malbec. También lo encuentran en una versión denominada Blend de Blends, una mezcla de diferentes combinaciones de mezclas de varietales, preparada por el Enólogo.

Tikal Amorío y Tikal Patriota son dos marcas de alto nivel de Ernesto Catena, ambos tintos, están precisamente pensados para esos momentos inolvidables de celebración.

 

  • Los vinos rosados para pollo, pavo e inclusive picana

Lagarde Rose, de la bodega del mismo nombre, es un rosado hecho de Malbec y Pinot Noir fresco, abundantemente refrescante, y Carmela Benegas de la bodega Benegas, también nos permite disfrutar ampliamente de un rosado hecho, en este caso, de la uva Cabernet Franc.

Jorge Rubín de Celis empresario experto en vinos.

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