Pasar al contenido principal
ANALISIS

Un breve recorrido sobre la Economía Feminista

Una fuente de preocupación constante en la esfera mercantil ha sido la discriminación sufrida por las mujeres, reflejada casi siempre y en casi todas partes en menores salarios, barreras de entrada a algunas profesiones, segregación ocupacional horizontal y vertical, etc.

La trayectoria histórica de la Economía Feminista es larga y discurre prácticamente en paralelo a la del pensamiento económicOSVALDO o dominante. Entre las autoras clásicas más influyentes destacan, por mencionar algunas, Harriet Taylor (1807-1858), Beatrice Webb (1858-1943) y Rosa Luxemburg (1871-1919). No obstante, es a partir de la década de los años setenta del siglo XX cuando adquiere una mayor presencia tras la constitución de la Asociación Internacional de la Economía Feminista en 1992 y la posterior publicación de la revista Feminist Economics en 1995.

A pesar de una trayectoria consolidada de varias décadas, se puede afirmar que la Economía Feminista no ha tenido un gran calado en el mundo académico, aunque hay indicios recientes de que esto puede estar cambiando. Uno de ellos es la publicación, en marzo de 2016, de un artículo en la revista The Economist titulado “A properreckoning Feminist economics deserves recognition as a distinctbranch of the discipline”, en el que se reconoce a la economía feminista como una rama establecida de la disciplina y sus contribuciones, principalmente en el campo de los trabajos no remunerados. Otro indicio de su progresiva consolidación se manifiesta en que instituciones tradicionalmente poco permeables a la materia han empezado a publicar documentos centrados en cuestiones claves para la economía feminista. Es el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI) en relación a los Presupuestos con enfoque de género.

La disciplina de la economía feminista ha sido desarrollada fundamentalmente por académicas occidentales, muchas de ellas anglosajonas y, por tanto, se han ocupado básicamente de su propia realidad. No obstante, en los últimos años están proliferando análisis de autoras de otros contextos geográficos (asiáticas, africanas y latinoamericanas), y en esta expansión ha jugado un papel importante la labor de promoción realizada por la revista Feminist Economics. En su desarrollo han participado, y participan, autoras provenientes de diversas escuelas de pensamiento económico (institucionalistas, marxistas, postkeynesianas…) y de diversas tradiciones del feminismo (liberal, socialista, radical…). Además, si bien las áreas de conocimiento desde las que se abordan las investigaciones son también variadas (economía aplicada, fundamentos del análisis económico, historia económica, econometría, etc.), predominan los estudios de economía aplicada.


Aspectos centrales
Entre los motores que han guiado la producción académica destaca la visibilización de aspectos de la realidad socioeconómica que, a pesar de su importancia para la calidad de vida y el progreso social, han sido marginados por las principales corrientes económicas. Los temas relacionados con los trabajos han ocupado, sin duda, un lugar central en estos estudios, tanto los análisis centrados en trabajos de mercado como aquellos que se desarrollan en los ámbitos doméstico y comunitario. Además, se ha profundizado mucho en los lazos entre ambos tipos de trabajos y en sus interrelaciones en diferentes momentos de los ciclos económicos y de los ciclos vitales.

Una fuente de preocupación constante en la esfera mercantil ha sido la discriminación sufrida por las mujeres y, si bien dicha discriminación ha evolucionado en el tiempo y varía también de unos lugares a otros, sí se ha reflejado casi siempre y en casi todas partes en menores salarios, barreras de entrada a algunas profesiones, segregación ocupacional horizontal y vertical, mayor exposición a formas de empleo precarias y/o atípicas (parcialidad, temporalidad…), trayectorias laborales discontinuas.

Estas reflexiones están estrechamente relacionadas con otro eje central de la economía feminista, que es el de los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados. Autoras como Nancy Folbre consideran que en una sociedad patriarcal lo que está devaluado es el ser mujer y por tanto, las actividades que estas asuman (cuidados) también estarán devaluadas. Relacionado con estas cuestiones, se han trabajado múltiples aspectos que van desde el desigual reparto de los tiempos hasta la ceguera de género de las actuaciones de las administraciones públicas. Todos estos desarrollos en el campo de los trabajos remunerados y no remunerados han conformado lo que se denomina Economía del Cuidado, entendiendo como tal el conjunto de actividades centradas en la atención y el cuidado de las personas. La Economía Feminista aboga por superar la división sexual del trabajo y para ello propone, entre otras medidas, la corresponsabilidad de los hombres en las tareas desarrolladas en el hogar.

Debates y aportes
Los estudios centrados en los trabajos han posibilitado avances importantes tanto teóricos (cuestionamientos de supuestos de comportamiento económico) como conceptuales (concepto de trabajos, bienestar y flujos económicos entre otros) y metodológicos (estadísticas, técnicas y herramientas para analizar y visualizar las realidades desiguales). A nivel teórico se han cuestionado los principios que, según la economía neoclásica, rigen el comportamiento del homo economicus: independencia, egoísmo, autonomía y racionalidad. La economía feminista se ha preocupado del grado en que, aun bajo el capitalismo, la racionalidad económica puede no prevalecer tal como lo asume la economía ortodoxa. Como resultado, autoras como Marianne Ferber, Julie Nelson y Nancy Folbre han subrayado la necesidad de desarrollar modelos alternativos que se basen en los supuestos de cooperación humana, solidaridad y bienestar colectivo.

El cuidado en general y el de personas dependientes en particular, será uno de los grandes retos del siglo XXI. Pero la dependencia no se da solo entre las personas sino también con la naturaleza, de ahí que en los últimos años haya cada vez más estudios que analizan los lazos entre la economía feminista y la economía ecológica. Por otra parte, cuando surgió el ecofeminismo en la década de los años setenta algunas autoras tendían a un universalismo esencialista, pero hoy en día las resistencias pueden darse por superadas. En el plano conceptual se han ampliado las fronteras de la economía más allá de los mercados. Esta corriente transciende, pues, a los mercados como principal eje vertebrador de la economía y, en relación a los trabajos supone romper con la equivalencia entre trabajo y empleo. En años recientes, incluso informes de economistas de reconocido prestigio internacional como los premios Nobel Joseph Stiglitz y AmartyaSen, recogen de alguna manera las aportaciones de la Economía Feminista.

Temáticas abordadas
Los temas por los que se ha interesado la economía feminista han sido diversos. Ya se ha subrayado la importancia de los trabajos, temática que ha estado también ligada a las crisis. En las últimas décadas la mayoría de los análisis realizados se han centrado en las crisis vividas, fundamentalmente en América Latina, a partir de los años ochenta y se hicieron lecturas muy críticas de los programas de ajuste estructural impulsados por organismos internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, cuyos efectos en la vida de grandes colectivos fueron nefastos.

En las últimas décadas ha habido un interés creciente por el análisis de las políticas públicas desde un enfoque de género, con objeto de dejar en evidencia la falsa neutralidad de la actuación pública. Esta pretendida neutralidad se ha solido basar en la idea de que las políticas afectan por igual a toda la población y obvia, por tanto, el hecho de que mujeres y hombres ocupamos posiciones diferentes, tal y como evidencian con claridad todos los análisis de la realidad.

Otra área de interés es la economía internacional, dentro de la que caben destacar varias líneas de investigación. Una es la que analiza las desigualdades entre mujeres y hombres en los procesos de desarrollo. Los inicios de estos trabajos se remontan a los años setenta, cuando Ester Boserup, pionera y referente clásica de los estudios de Mujeres en el Desarrollo (MED), destacó que estas políticas excluían a las mujeres y concluyó que las estrategias de desarrollo beneficiaban principalmente a los hombres. Con posterioridad se desarrollaron otros enfoques, como el de Género y Desarrollo (GyD) centrado en las relaciones de poder entre mujeres y hombres.
Otro campo de estudio que se está afianzando en los últimos tiempos es el de los análisis de relaciones y puntos de encuentro con otras corrientes de pensamiento crítico que, al igual que la economía feminista, apuestan por la transformación social y la búsqueda de sociedades más justas, equitativas y sostenibles. En un plano más teórico, destacamos las interrelaciones con el enfoque de las capacidades, desarrollado inicialmente por Amartya Sen y Martha Nussbaum. Este enfoque teórico, en sintonía con la Economía Feminista, propone una nueva visión que considera que las personas han de ser el fin, y no solo el medio, del desarrollo, concebido como un proceso que amplía las opciones de estas para llevar adelante una vida que consideren valiosa.

Ester Boserup, pionera y referente clásica de los estudios de Mujeres en el Desarrollo (MED), destacó que estas políticas excluían a las mujeres y concluyó que las estrategias de desarrollo beneficiaban principalmente a los hombres.

Osvaldo Walter Gutiérrez Andrade

En Portada