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Talleres

¿Mochilas chinas o bolivianas?: Talleres asfixiados y sin trabajo

Más de 10 mil personas en Cochabamba se dedican al corte y confección. Ante la permanente invasión de producción china, están a punto de quebrar en medio de una ausencia de políticas que incentiven la producción nacional

La zona sur de Cochabamba, en especial Villa Pagador y Villa Israel, acoge a casi el 80 por ciento de personas dedicadas al rubro de la textilería, específicamente al corte y la confección de ropa de toda línea y calidad.
Se calcula que existen unos 3 mil talleres que funcionan dentro de pequeños cuartos que son también dormitorios y salas readecuadas para que funcionen como talleres de textiles, la mayoría negocios familiares, donde trabajan la esposa, hijos y parientes. Una gran parte opera en la clandestinidad.
Tras explotar el escándalo de la importación de mochilas chinas para el municipio de Cercado, con un presunto enorme sobreprecio en la compra, que le costó al alcalde Leyes su detención domiciliaria y un amplio y profundo proceso de investigación, LIBRE EMPRESA recurrió a los pequeños empresarios cochabambinos y productores confeccionistas para ver la situación en la que se encuentran y aquí es posible producir mochilas a buen precio y, sobre todo, en grandes cantidades, como las que mandó a comprar de la China la comuna local.
En la Cámara de la Pequeña Industria y Artesanía, (Cadepia),
Luz Mary Zelaya reconoce que este es un tema que no encuentra respuestas favorables por parte del Estado, que el sector textilero está tirado a su suerte, sobreviviendo y soportando desde hace unos 4 años, con mucha mayor intensidad, la invasión de la textilería proveniente de la China.
“En realidad nos sentimos discriminados, sin falta de apoyo (…), necesitamos una ley tajante que incentive la producción nacional, debemos querernos y querer a nuestros productores”, sostiene Zelaya.

Contra la pared
La situación de este gremio es de sobrevivencia, la informalidad a la que están obligados y la falta de incentivos, ha puesto a más de 10 mil personas que se dedican a este rubro contra la pared, están luchando para no dejarse eliminar con la desleal competencia del contrabando, la ropa usada y la invasión China.
Cuando se habla de talleristas, son los pequeños talleres, que no sobrepasan de 6 personas, entre ellas la mitad son miembros de la misma familia y dos o tres costureros, la mayoría mujeres jóvenes que llegan de Oruro y La Paz, buscando trabajos, el diseño de jeans, camisas y poleras son ya una especialidad, que se la consigue con años de trabajo.
“Muchos estamos en la clandestinidad, porque la ley nos asfixia en las obligaciones salariales; un tallerista gana hasta 3 mil bolivianos, imagínese tener dos o tres, a eso sumarle el doble aguinaldo, es una situación muy grave, por eso la mayoría trabaja con sus propios hijos”, enfatiza Zelaya.
La falta de mercados y de promoción por parte de las instituciones públicas, en trabajar con este sector, pone a los talleristas en una situación de extrema necesidad. En los últimos años, muchos de ellos, ante la frustración de no lograr consolidarse en este rubro, hoy pasan de confeccionistas, a solo “revendedores” de mercadería que llega del Perú y la China.

Mano de obra que se va
Debido a la falta de mercados para la producción local, otro impacto a este rubro es que mucha de la mano de obra que se perfecciona en el diseño de ropa y otros, se ve obligada a migrar, y la calidad de los costureros bolivianos, en especial de Cochabamba, es apetecida por la industria de textiles de países vecinos como Brasil y Argentina, donde, sin embargo, muchos de esos compatriotas son explotados.
“Un tallerista con varios años de oficio gana máximo 3 mil bolivianos, la mayoría vive en alquiler, en pequeños cuartos, hay muchos compañeros que para recoger un trabajo tienen que recorrer hasta 35 kilómetros, muchos viven en sectores lejanos como Sipe Sipe”, relata Alberto Quiroga, miembro de Cadepia.

Invadidos por Perú y China
A principios del abril pasado, a través de una denuncia por parte de una concejal sobre la adquisición de 93 mil mochilas, hechas en China y con un presunto sobreprecio, se destapó una realidad: el poco valor que se le da a la producción propia.
Para Cadepia, esta actitud es calificada como un “sopapo” que deja en casi estado de coma a este sector, ya que se evidenció que para esto se tenía destinado casi dos millones de bolivianos, dinero que pudo y debió quedarse en Cochabamba.
“Una inyección de sólo un millón de bolivianos genera un efecto multiplicador, ya que esos dineros  mueven la economía de familias enteras que están detrás de esta actividad, se beneficia hasta la señora de la tienda, el hijo del confeccionista”, sostiene Quiroga.
No es un secreto, la única manera de incentivar y mejorar la calidad de nuestra producción es a través de inversión e inyección de recursos, provenientes del mismo estado. La cadena es larga, ya que para la producción, en este caso de las mochilas, se hubiese requerido primero la compra de materiales, insumos y la contratación de gente (talleristas), que en la actualidad la mayoría está desempleada, el beneficio es indescriptible.
Ante esta situación, Cadepia se declara como víctima de una permanente discriminación, considera que no se puede seguir permitiendo que los pequeños productores sean considerados como el patio trasero de la economía.

¿Capacidad y calidad?
Esa pregunta la trasladamos a José García, que por varios años fue miembro activo de la Cámara de Industria de Cochabamba y uno de los principales promotores del “Consume lo Nuestro”.
Explica que los principales mercados del mundo están siendo invadidos por la producción y la mano de obra China por varias razones, siendo la principal la excesiva cantidad de industrias y por ende mano de obra, que ha obligado al gobierno chino, desde hace varios años, a subvencionar gran parte de la producción, siendo unos de los rubros el textil.
En China, según García, la sobredemanda de mano de obra ha abaratado los costos de producción a cantidades ínfimas, que no puede ser sostenida por otros países, mucho menos en Latinoamérica. Sólo así se entiende que una mochila confeccionada en China para Bolivia cueste 0,90 centavos de dólar, cuando esa misma producción en talleres de la ciudad, llega a costar al por mayor hasta Bs 40, debido al costo de los materiales y la mano de obra. Otro factor es el tiempo, ya que en China los talleres de confección tienen miles de operarios, pero aquí ésa no sería un limitante para garantizar grandes demandas, como el caso de las mochilas.
“Si queremos mejorar nuestra producción, debemos darle a nuestros productores mayores oportunidades de acceder a este tipo de licitaciones, porque con eso se mejora la calidad del producto y de vida de los bolivianos”, sostiene García.

Mercadería barata
La producción china, en cualquier rubro, está marcada por los estándares de calidad. Se conocen hasta cuatro tipos de calidad del mismo producto, es decir, un par de calzados puede costar desde $us 5 hasta 150, todo depende del mercado.
Para ello, China produce diferentes calidades: la número 1 está destinada a Estados Unidos y Europa; la segunda y tercera, a países de economías estables; y la última calidad, o la llamada producción de remate, es para países de Sur América, siendo los más receptivos de esta mercadería Perú, Ecuador y Bolivia.
“Aquí nos llega lo que allá se remata, la peor calidad, por eso es que cuesta tan barato”, sostiene García, que ya en 2015, junto a la Cámara de Comercio de Cochabamba, presentaron un ante proyecto de ley que fomenta la producción local.
“La industria es el rubro que mayor empleo genera para los bolivianos, no se puede permitir que semejantes licitaciones (caso mochilas), se vayan al exterior y se beneficie a otros países”, agrega García.

Costos sin comparación
LIBRE EMPRESA visitó uno de los tantos talleres de confección que existe en la ciudad, esta vez a la zona norte, donde está la empresa Casablanca.
El taller está ubicado en el mismo domicilio de los propietarios, la familia Quiroga, dentro el inmueble, donde cada ambiente es para una actividad específica para producir ropa deportiva con todos sus implementos.
No es una buena temporada, aclara unos de los miembros de la familia, que también es tallerista. Pese a contar con máquinas de última generación, para el corte, sublimado e impresión, la demanda es escasa.
En estos talleres trabajan normalmente hasta seis personas cuando hay pedido, pero el día de la visita de este medio sólo estaban dos costureras, doña Olga y Blanca, cada una sentada en su máquina de coser terminando el pedido.
“Yo trabajo casi 20 años, estudié corte y confección, aquí se hace un buen trabajo, tanto por la calidad de la costura como por la calidad de telas”, señala Olga, mientras manipula hábilmente una de las maquinas de coser.


¿Pero, cuánto cuesta la producción, y se puede competir con lo Chino y peruano?
Según los costos, no hay comparación y es escalofriante intentar competir. Como ejemplo, producir una polera y un corto deportivo terminado de calidad buena, sólo una pieza cuesta Bs 140, en cambio una prenda de las mismas características, de fabricación peruana, cuesta no más de 30 bolivianos, similar al producto chino.
“La docena de nuestros diseños en buena tela cuesta alrededor de los 1.400 bolivianos, en cambio una docena de poleras y cortos del Perú, cuesta 340 bolivianos, así es muy difícil competir”, señala Quiroga.
Esa es la realidad de los talleristas, que no sólo tienen que enfrentar la escasez de mercados para su producción, sino una total falta de apoyo por parte del Estado que, como en el caso de las mochilas chinas, pone en evidencia una cruda realidad: el sector textil está agonizando.

Costos de la mochila china
A pocos días de conocerse el escándalo, la Aduana hizo público los datos sobre la importación de las mochilas de China para la Alcaldía de Cochabamba. El costo en Aduana con todos los impuestos pagados por cada mochila para el nivel inicial llegó a Bs 22,78 y para el nivel primario a Bs 31,70, pero su compra se adjudicó por un valor unitario de al menos Bs 140, lo que representa un costo de hasta 516% más.
La presidenta de la Aduana, Marlene Ardaya, hizo público los datos en medio de las denuncias de sobreprecio e irregularidades en la compra de mochilas y el material escolar que dotó la Alcaldía de Cochabamba con un precio unitario de Bs 140, y que fue adjudicada a una firma que ya un año antes había logrado hacerse de la provisión de ese material.
De acuerdo al reporte oficial, el material escolar entre colores, plastilina, borrador y lápiz para el nivel inicial tuvo un costo en Aduana de Bs 11,42 y la mochila de Bs 11,36, lo que hace un total de Bs 22,78. Para el nivel primario todo el material escolar asciende a un precio de Bs 19,33 y la mochila a Bs 12,37, haciendo un total de Bs 31,70, siempre en Aduana y con todos los impuestos pagados.

Sacaba contrató la producción regional

Este municipio entregó 8 mil mochilas hechas en pequeños talleres de Villa Sebastián Pagador, al sur de la ciudad, a cargo Ventas Lina, la empresa unipersonal que se adjudicó la fabricación.
El costo aproximado de la mochila más el kit de material escolar, diferenciado para inicial y primario, fue de Bs 100.
“El precio de referencia que pusimos era de 800 mil por las 8.000 mochilas. Calculamos aproximadamente 100 por cada unidad con su material. Sin embargo, logramos adjudicar más barato. La empresa propuso 638.600 bolivianos”, informó el director de Educación del municipio, Nelson Sánchez.

 

La mochila escolar china mochilas

La Alcaldía de Cercado destinó Bs 12,5 millones de presupuesto para la compra de las mochilas y el material escolar.
Cada una de las mochilas para el nivel inicial contiene un cuaderno anillado con 100 hojas tamaño oficio, una caja de plastilina de 12 unidades, un tajador, un borrador, un lápiz negro HB Nº2, un lápiz rojo y una agenda escolar.
Mientras que el material previsto para el nivel primario incluye un cuaderno anillado con 100 hojas oficio, bolígrafos color azul y rojo punta fina, un borrador bicolor, un tajador, una caja de colores grandes de 12 unidades, una caja de marcadores de 12 unidades, un lápiz negro HB Nº2, un lápiz rojo, un estuche geométrico de 4 piezas, una carpeta con 3 perforaciones, 100 hojas y una agenda escolar.

Edwar Ayma R.

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