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Confesiones de invierno de emprendedores en los garajes

Con inversiones de alrededor de $us 4.000 en carritos de comida al aire libre, este nuevo negocio quiere conquistar la ciudad gastronómica de Bolivia, pero las cosas no son como parecen, en especial en las frías noches vallunas.

“Me echó de su cuarto gritándome: no tienes pro – fe - sión. Tuve que enfrentarme a mi condición; en invierno no - hay - Sol...”, se oye de fondo la canción de la inolvidable banda argentina, Sui Géneris, en el garaje de comidas, “food garajes”, del paseo de El Prado, en Cochabamba, mientras los aromas de la comida rápida, trascienden tentadoramente por ese lugar.

El trajín de los cocineros y la mirada curiosa del hambriento visitante buscan conectarse entre los mostradores de los distintos puestos de comida al aire libre en estos recintos gastronómicos que están marcando una nueva tendencia en el mercado y en la dieta valluna.

Hamburguesas, carnes a la parrilla, comida árabe, china, mexicana, italiana, coreana, hot dogs, sushi, chorizos, silpanchos, pollo en sus diversas preparaciones, costillas de cerdo, helados, capuchicos, frapucchinos y demás forman parte del amplio menú que ofrecen estos garajes a precios que van desde los Bs 8 hasta los 20.

Estos negocios están ubicados en el paseo de El Prado, en la Av. Libertador y América, en la Pasteur casi Colombia, en la Melchor Urquidi y América, en la Oquendo cerca de las Torres Sofer, en el parque Lincoln, sobre la Melchor Pérez y alguno que otro lugar, donde la comida rápida está conquistando corazones, dado el dicho: “barriga llena, corazón contento”.

 

Visitando garajes

La comida no se hace por arte de magia, detrás de ella están sus emprendedores que están tratando de resolver su economía de la mano de su iniciativa y tenacidad.

Una visita a algunos de estos garajes y plazas de comida al aire libre (“food garajes”) de la ciudad permitió descubrir a gente con una fuerza espiritual poderosa. Se trata de personalidades que están escribiendo su propia receta para alcanzar el éxito; creen en lo que hacen y, pese a los sinsabores, persisten con la convicción se seguir adelante.

Diferentes motivaciones se encuentran en estos lugares. Generar ingresos y alcanzar la independencia económica; obtener ingresos extras; oportunidad para los desempleados y el placer de trabajar en lo que más te gusta, la cocina, son los perfiles de algunos de estos hombres y mujeres inmersos en la comida rápida.

Miriam Zilvetti, Guezati Younes, Jhoselyn Delgadillo Quiroz, Ayrton Vargas Valencia, Marcelo Belmonte, Julio César López Arce, Juan José Diez de Medina, Esteban Franco, con su brazo derecho Walesa (la abuela), Franco Moreno Aranciada, Alejandro Quisberth, Luis Eduardo Sanjinés y Victor Hugo Villalta, son algunos de estos tenaces emprendedores que se reinventan a diario en busca de salir victoriosos.

“Emprender es muy duro, pero la cosa es no desmayar y seguir adelante”, comenta Julio César López de “Big – Taste Italiano”, un emprendedor que vende siete variedades de hot dogs en el garaje de El Prado, siendo el más innovador y recomendable el de pizza: un producto que viene cubierto de queso y trocitos salame encima.

 

Invierno

“Hace frío y me falta un abrigo y me pesa el hambre de esperaaaaaaar”, versa en otra estrofa del tema cantado por Nito y Charly como recordando machacosamente que el invierno se adueñó de La Llajta.

Con el descenso abrupto de las temperaturas, también se ha producido un repentino descenso en los ingresos de algunos de los emprendedores.

“El invierno está jugando con nuestras ventas”, comenta Gabriela Humérez Tórrez, de “Food Talk – fiesta comida”, un carrito que ocupa un espacio en el garaje de la Av. Libertador y América. 

Esta cocinera prepara comida coreana gracias a que fue capacitada por una fundación religiosa de Corea, que busca estrechar vínculos con nuestro país y difundir su cultura a través de su gastronomía.

Impuestos por una especie de tendencia gastronómica, pero también como alternativa para emprender un negocio, surgen estos pequeños retos empresariales, siendo la comida rápida el mejor aliado para luchar contra el desempleo.

Estos negocios no son sencillos de  montar, requieren de un colchón económico mínimo de unos $us 4.000.- y entre Bs 2.000 a 2.500 para pagar por el alquiler mensual del espacio en los garajes de comida o plaza de comidas al aire libre que ahora tiene la ciudad.

“Ha bajado mucho la clientela en esta época y si recrudece el frío bajará aún más”, afirma Miriam Zilbetty, que tiene a su cargo “Kronch”, un carrito del garaje de la América y Libertadores, donde prepara unas alitas de pollo con sus diversas salsas. Las utilidades aún no le sonríen, pero cree que esto pronto cambiará. Afortunadamente cuenta con el respaldo de sus hijos que -de alguna manera- respaldan su negocio.

 

Las condiciones

¿Pero se requieren condiciones para ser un emprendedor de la comida rápida? Sí, responde Víctor Hugo Villalta, de Pollos Vico, y complementa señalando: “Hay que ser persistente”. El joven de 25 años se bate en su negocio de la mano de su socio con quien vende un incomparable pollo ahumado en su local que queda en la calle Pasteur, casi Colombia, y donde buena parte de su clientela son estudiantes de la Universidad Mayor de San Simón, a ello se debe el nombre del garaje “La Sansi”. 

En este garaje hay cerca de una decena de emprendedores, aunque un par de ellos quebraron y cerraron el negocio. Universitarios, oficinistas, estudiantes de colegios y los residentes de la zona de San Pedro son sus habituales clientes.

¿Y el frío? “Está modificando el horario de visita de nuestros clientes, ahora vienen más temprano para escapar del frío, pero en realidad no nos afecta mucho”, explica Villalta.

Elaborar comida rápida es una empresa que requiere, al menos, de un mínimo estudio del mercado para diseñar un menú tentador, pero en lo logístico se requiere de una buena planificación de tareas y tiempos para la selección prolija de los alimentos, su buena preparación y presentación, asegura Alejandro Quisberth, que tiene un puesto en “La Sansi”, como un ingreso alternativo para él y su familia. “Lamentablemente, los que quebraron eligieron mal su menú y en otro caso, no fueron constantes, un craso error”, agrega.

 

Variedad en la oferta

La exclusividad es una condición reglada por el sentido común en todos los garajes o plazas de comida al aire libre. La idea es no generar competencia desleal entre los locatarios y que sea como ir a un rodizio, muy variado, pero de comida rápida.

En Cochabamba ya existe una decena de estos lugares aglutinando a más de un centenar de emprendedores que trabajan sin descanso para generar un interesante flujo de caja en sus pequeños negocios, frente a la competencia de los puestos callejeros que también han proliferado en la ciudad.

Lo valioso que ofrecen los garajes es la organización y pulcritud. En estos sitios hay baños para el público y se ofrecen depósitos y dispensarios, en algunos casos, a los locatarios. La ventaja también es la comodidad del lugar pues se dispone de sillas y mesas para los comensales y hay personal administrativo que se ocupa de mantener limpio el lugar.

 

Desde Argentina

“Hace cuatro años que estoy aquí y no quiero salir. Ya no paso frío y soy feliz, mi cuarto da al jardín”, versa la bella canción de “Confesiones de invierno” que a glosa de fin calza en la vida de Franco Mareno Aranciada, un joven argentino que tiene su carrito en El Prado, “Lo de la Yiya”, dedicado a su amada abuela. 

Llegó a Bolivia, trabajó en varios restaurantes de autor de La Paz, conoció a su novia en la ciudad maravilla y hoy vive en Cochabamba y no se quiere ir.

Solitario en su negocio, pero con la protección de la familia de su esposa, Franco cocina afanoso sus pastas y es poseedor de una lasaña recomendable de degustar. Su pareja trabaja en La Paz y llega los fines de semana para acompañarle. “Ella llega y me ayuda, pero me da pena que lo haga, yo no quiero que trabaje, más bien que descanse y yo me encargo de todo”, dice sonriente el muchacho que vive seis años en Bolivia preparando lo que mejor le enseñó su “Yiya”.

Estas son algunas historias, “confesiones de invierno” compartidas por emprendedores que dejan la moraleja de “persistir”.

El único día de reposo o, media jornada de pausa al menos, son los domingos, un día para quedarse en el cuartel de invierno, para luego respirar profundo y seguir arremetiendo.

“Solamente muero los domingos y los lunes, ya me siento bien…”, de esa manera termina la melódica canción de Sui Géneris y también esta crónica retratada para los emprendedores en esta época del año.

 

Plaza Lincoln: Nueva plaza de comidas

Con poco más de un mes funcionando, “Plaza Lincoln” es unas de las plazas de comida al aire libre que funciona en inmediaciones del parque del mismo nombre, al noroeste de la ciudad.

¿Ayrton cenas? Pregunto a quien administra el lugar, evocando con hilaridad al famoso corredor de Fórmula Uno, Ayrton Senna. La interrogante genera una risa en Ayrton Daniel Vargas Valencia, un emprendedor que comenzó vendiendo helados y hoy planifica la apertura de su segunda plaza de comidas junto a un par de socios. 

Así como muchos emprendedores, Ayrton es locatario en “La Sansi” vendiendo tacos con la ayuda de su pareja.

Este joven no sabe de descanso, ya que además tiene otro negocio de hamburguesas consolidado, “Taste Burguer”, en la zona de San Pedro. Pero su buen olfato y la inquietud de crecer, lo llevó a crear su propia plaza de comidas.

¨Lincoln Plaza de Comidas, es un emprendimiento, una idea combinada de los garajes de comida rápida, sólo que en lugar de carrito de comida se han dispuesto casetas rústicas de madera para alquilarlos a precios menores a los que se ofertan en el mercado, como una forma de apoyar a los emprendedores.

Más de 20 cocineros calientan hornos, parrillas y peroles para preparar su especialidad, que va desde la comida nacional hasta sushi y otros en este recinto copado, en su mayoría, por chefs que fueron seleccionados para ser admitidos en el “Linconl”. 

Para combatir el frío, nada mejor que una fogata en medio de la plaza para además generar un clima agradable entre las mesas.

“Contamos con cinco personas destinadas a la organización y apoyo de los locatarios; tenemos desde personal de limpieza hasta seguridad. Todo acá es organizado”, relata, y en realidad así se ve este atractivo local.

Inspirado en la vida de ricos y gente exitosa, Ayrton guía sus pasos con la idea de ampliar su espectro de negocios. Sabe que es complicado, pero hasta ahora le ha ido bien.

Sin ser corredor de Fórmula Uno, Ayrton está corriendo a una velocidad estrepitosa en el mudo de los negocios. Su gentil y sencilla forma de ser mimetizan a un joven que está hambriento de seguir alcanzando el éxito y de contagiar a otros con su tenacidad y ejemplo.

Edwin Carpio San Miguel

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