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Crecimiento del PIB y segundo aguinaldo

Volvió la tranquilidad a los empresarios del sector privado –y muy probablemente incluso a los ejecutivos de entidades y empresas públicas-, que ahora sienten alivio porque el Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia creció sólo 3,94% entre julio de 2016 y junio de 2017, hecho que descarta el pago del segundo aguinaldo para este fin de año.
También entre los trabajadores, los directos beneficiarios de este pago extraordinario, aunque no sea crea, hay cierto alivio, porque saben que es mejor mantener sus fuentes de empleo a recibir un dinero que viene de las arcas empresariales de las cuales dependen, y que necesitan de recursos para reinvertir, crecer o simplemente seguir marchando.
A ese grado llegaron los sentimientos de empresarios y trabajadores, que prefieren que la economía boliviana no crezca más del 4,5 de crecimiento anual, algo que merece una seria reflexión sobre la manera en que estamos encarando el desarrollo del país.
Hacia futuro, es necesario que las partes involucradas, es decir los empresarios, los trabajadores y gobierno -tal vez con participación de gente proba e imparcial-, se sienten alrededor de una mesa para sostener un diálogo franco y transparente, pisando tierra, dejando de lado intereses políticos y sectarios.
Porque es vital, para la marcha del país, que de una vez por todas se defina si se debe o no pagar el segundo aguinaldo cuando el crecimiento del PIB supere el 4,5%, sabiendo que sobre este punto hay posiciones completamente opuestas.
Por un lado, el Gobierno considera que con esta medida, se profundiza aún más la redistribución de la riqueza entre los bolivianos; sin embargo, del otro lado, se califica este pago como una medida política de parte de la actual administración, que busca lograr mayor respaldo ciudadano para mantenerse en el poder.
Es cierto que durante décadas y siglos pequeños sectores de la sociedad vivieron con privilegios en desmedros de grandes mayorías, quedando hoy como secuela vastos sectores de la población en pobreza.
Sin embargo, no estamos de acuerdo con una medida como el pago del doble aguinaldo, por diferentes razones. Una de ellas, es que se trata de un beneficio discriminador, porque sólo llega a los dependientes, que precisamente cuentan con un ingreso seguro todos los meses, además de beneficios sociales y una normativa laboral muy proteccionista, en desmedro de las empresas.
Mientras que hay grandes mayorías de cuentapropistas, o independientes, que en la mayoría de los casos trabajan para sobrevivir en el día, sin ningún beneficio social y ni un cuarto de aguinaldo.
Pero la razón fundamental es que un pago de este tipo, que se suma a otras cargas o erogaciones que vienen soportando en los últimos años las empresas por los cambios en la normativa laboral, impide a las unidades de negocios disponer de recursos para reinvertir sus ganancias en la adquisición de bienes de capital o, por lo menos, mantenerse en pie.
Por eso es que urge un diálogo sobre este punto, pero al mismo tiempo el Gobierno de turno tiene que crear las condiciones para un mejor rendimiento de las empresas, porque gracias a ellas se generan trabajos dignos y riqueza. 

 

Hacia futuro, es necesario que las partes involucradas, es decir los empresarios, los trabajadores y gobierno -tal vez con participación de gente proba e imparcial-, se sienten alrededor de una mesa para sostener un diálogo franco y transparente, pisando tierra, dejando de lado intereses políticos y sectarios.

 

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