Pasar al contenido principal

MEJORANDO LA PRODUCTIVIDAD

Cada que llega fin de año, una de las frases que más escucho repetir entre las personas es: “Qué rápido que se pasó el año”, cuando en realidad no se trata de que el tiempo pasó de una forma diferente a otras oportunidades, sino simplemente de una cuestión de percepción, la misma que se da por el hecho que uno se encuentra ya en la etapa final de la gestión.

Y es por eso que cada vez que se vuelve a pasar por la misma situación, inexorablemente vuelve a repetir la misma frase una y otra vez: “Qué rápido que se pasó el año”.

En las empresas ocurre algo similar. Siempre se habla de la productividad y que los trabajadores deben realizar las distintas tareas que les corresponden llevar a cabo, de manera eficiente, para coadyuvar a lograr los objetivos que se establecen, normalmente a principio de cada año.

El detalle es que la gran mayoría de las personas se enfrenta a diario con jornadas intensas, arduas, cansadoras y casi siempre repetitivas, debido a que deben hacer el trabajo que implica su puesto y nada más, en el buen sentido de la palabra. Porque al decir “nada más”, me refiero a que terminan haciendo prácticamente lo mismo cada día, debido a que no les alcanzan las horas para hacer algo adicional, o también, como sucede más de lo que uno quisiera, es que no se les permite hacer otra cosa más allá de lo que establece o determina su cargo.

Esa es una de las grandes diferencias con los puestos jerárquicos o ejecutivos, porque más allá de las actividades y tareas diarias que deben realizar como parte de sus funciones, que también pueden llegar a ser cansadoras, repetitivas y estresantes, se tiene la gran “ventaja” (con toda la responsabilidad que ello implica), que se puede planificar, guiar, liderar, emprender, establecer nuevas metas, proyectar la empresa, generar nuevas visiones, luchar contra la turbulencia y la presión. En otras palabras, se puede y se debe ir más allá de lo cotidiano, lo cual permite que en definitiva el trabajo no se torne aburrido o monótono. O al menos, no se perciba así.

Cuando uno reflexiona y se pone a pensar en eso se da cuenta que, en la gran mayoría de las empresas, se exige al personal que sea productivo, que sea eficiente, que haga las cosas de forma rápida y efectiva y que, además, pongan lo mejor de sí mismos todo el tiempo.

Una medida que adoptan en muchas empresas para tratar de mantener y elevar la productividad de su gente es invertir en capacitación, lo cual es un gran acierto, porque está demostrado por cientos de estudios y miles de opiniones de expertos que capacitar a la fuerza laboral no sólo le brinda los conocimientos, sino también la seguridad para saber qué hacer y cómo hacerlo de la forma correcta.

Lo peor que le puede pasar a un trabajador es no saber cómo llevar a cabo su trabajo, porque se siente perdido, confundido y frustrado al mismo tiempo. Por eso, es más probable que un trabajador sea productivo cuando entiende qué se espera de él, cuando se le brinda las herramientas (en este caso la capacitación) para realizar tal o cual tarea, y lo más importante, cuando se le ofrece oportunidades de crecimiento y desarrollo personal y profesional.

Sin embargo, un gran problema en las empresas es que tienen la falsa expectativa que haciendo un cursito suelto o un taller una vez al año es suficiente. Pero la capacitación no se trata de eso. Se debe capacitar, capacitar y volver a capacitar a las personas de forma permanente, continua. Como decimos en SúperNova: “Hacer del aprendizaje, un estilo de vida”, con lo cual, más que una actividad aislada o peor, obligada, se trabaje en la formación y especialización del talento humano.

Cuando se genera una cultura de capacitación corporativa, los trabajadores adquieren el conocimiento y las habilidades para ejecutar sus tareas, que hace que la productividad se eleve, el clima al interior de la empresa mejore y la eficiencia en general se multiplique, lo cual repercute a todo nivel, porque los trabajadores perciben que su esfuerzo es valorado y respaldado, se sienten más comprometidos con lo que hacen y eso aumenta su satisfacción y su entusiasmo.

Lograr que el personal se sienta a gusto es fundamental para que sea productivo. Y es por eso que es tan necesario salir de la rutina y llevar a cabo capacitaciones planificadas, que no sólo incluyan la transmisión de conceptos, sino también actividades lúdicas, divertidas, vivenciales, que permitan tomar conciencia y reflexionar sobre cómo es posible aplicar lo aprendido, para mejorar el trabajo diario.

A esta altura del año, más allá de analizar el impacto de todo lo ocurrido en los meses precedentes, de evaluar lo sucedido a lo largo de la gestión, de establecer cuáles serán los nuevos objetivos para el próximo año y determinar cuál será el plan de acción a seguir de aquí en adelante, es una excelente oportunidad para integrar, cohesionar y motivar al personal.

Pero no se trata simplemente de agasajarlos con un almuerzo o una cena, de repartir canastones o de premiar a los trabajadores más destacados. Es como que todo eso ya forma parte de una mera formalidad o de una tradición, de la cual muchos trabajadores a veces optan por no asistir o autoexcluirse inclusive, porque se sienten incómodos.

Por eso es que este es el momento ideal más bien para que cada uno de los miembros de la empresa comprenda la importancia de su trabajo y renueve su compromiso, porque, al fin y al cabo, de eso se trata, del compromiso que cada quien asume ante el equipo, entendiendo que más allá de lo que uno hace de manera individual, es parte de un todo, que al fin y al cabo afecta a la totalidad de sus partes.

Como decía Lao-Tse: “Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”. La decisión de aumentar la productividad en su empresa está en sus manos y qué mejor oportunidad que ahora. Si desea asesoramiento sobre actividades y planes de formación adecuados a su negocio, contáctese con SúperNova Empresarial al 4457954. Hasta la próxima!!

Ing. Gonzalo César Landaeta*

En Portada