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gastronomia

La marca distintiva de la Llajta puede ser la gastronomía

La cocina valluna se afirma cada vez más como un patrimonio para el desarrollo del departamento. Su potencial es enorme para atraer visitantes que buscan saborear nuevos y tradicionales sabores.

Si bien para las grandes cuentas nacionales, la actividad gastronómica se encuentra cuantificada a través del rótulo restaurantes y hoteles, sin desagregación entre uno y otro, es importante notar que el movimiento económico que generan los hoteles es distinto a los restaurantes, especialmente por el tipo de servicio que brindan.
Así comienza observando la presidente de la Asociación de Empresarios de Restaurantes y Ramas Afines de Cochabamba (Aserac), Vivian Cardona, al indicar que la actividad gastronómica genera una gran cadena de valor en sectores como el avícola, agricultores, productores, empresas lácteas, ganaderos y equipamientos. Algo un tanto distinto del rubro hotelero.
En este último año se observa una tendencia creciente en el Producto Interno Bruto Departamental de este sector, ya que de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se ha pasado de Bs 1.014 a 1.088 millones y las tasas se incrementaron de 4,81% a 4,86%, con un salto de 2,94% en 2016 a 4,86% en 2018.
En cuanto a la participación en el PIB departamental, se mantiene constante en los últimos años, alrededor del 2,6% del total, que a su vez representó Bs 1.088 millones en 2018.
Aserac quiere consolidar a Cochabamba como la capital gastronómica del país y ha realizado consultorías con la Alcaldía para el desarrollo del plan municipal de la gastronomía con enfoque turístico. La Gobernación junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han presentado un estudio y taller de validación de la propuesta de estrategia gastronómica para Cochabamba, explica Cardona.
Con ese afán, organizaron la feria gastronómica Miski y han sido reconocidos por la Dirección de Turismo de la Alcaldía, la Asamblea Legislativa y la Brigada Parlamentaria

 

Aporte del sector
En términos de empleo, según datos de la Gobernación de Cochabamba, citados en la Estrategia Departamental de Desarrollo Económico, para la gestión 2018, el 7% de la población ocupada pertenece al rubro de alojamiento y comidas, unos 68.089 empleos.
En cuanto a cantidad de empresas, según registros de Fundempresa, 3.566 empresas con el denominativo de Actividades de Alojamiento y Servicios de comidas, lo que representa el 6,5% del total de las empresas, a diciembre de 2018.
En cambio, para junio de 2019, el total de alojamiento y comidas llegó a 3.574, que representa el 6,45%, esto quiere decir que en el primer semestre de 2019, hay ocho nuevas unidades de alojamiento y comidas, con respecto a diciembre de 2018.
Sin embargo, los números fríos no reflejan una realidad que se hace evidente para Cardona, quien al representar al sector, señala que ven con mucha preocupación la cantidad de los carros de comida o food trucks esparcidos en la ciudad, que no cuentan con ningún tipo de autorización, y mucho menos de control sanitario, con precios de venta que sobrepasan los Bs25 y sin ningún tipo de seguridad que los regule.
“Trabajan con garrafas de gas, que podrían explotar, ya que nadie revisa sus mangueras, y al estar en vía pública una movilidad los podría embestir a ellos o a los comensales, no tienen control de alimentos y mucho menos de manipulación, generan basura, no pagan impuestos”, observa.
Agrega que lo mismo sucede con los garajes que son usados como patios de comidas que no cuentan con baños, instalaciones de agua, y “para gran sorpresa de esta irracional informalidad, en la que las autoridades competentes no hacen nada, resulta insólito que ahora se ve durante los fines de semana a mucha gente que saca parrillas, con carbón al rojo vivo a las aceras para ofrecer chancho a la cruz, churrascos e instalan toldos con mesas sobre las vías públicas y aceras”, remarca sorprendida la representante del sector.
Precisa que la creciente informalidad ha generado un 18% de baja aproximada de su sector, que hace que muy poca gente quiera seguir invirtiendo. “Como siempre, la informalidad es premiada”, protesta la presidente de Aserac.

Monica Briançon Messinger

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