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Constantino Klaric (*)

Los aeropuertos en manos del Estado

Gracias a una invitación recibida del gobierno de Israel para asistir a un evento al que asistieron alcaldes y altas autoridades de distintos países, me preguntaron qué opinaba sobre si los aeropuertos deberían estar en manos privadas y mi respuesta fue que no, que deberían estar en manos del Estado.

Muchos países estregaron sus aeropuertos a privados con resultados negativos. Tenemos ejemplos claros como el del Perú, cuyo aeropuerto Jorge Chávez está en manos privadas, está mal diseñado y los pasos de controles que denominan de “seguridad” son el lugar donde más se pierden efectos personales.

Otro fraude es el internet gratuito, ya que nunca se puede conectar y cuando al fin se conecta aparece un aviso de que se venció el plazo de conexión y ofrecen el servicio con un costo. 

El de Bogotá es otro desastre con grandes problemas de parqueos de aviones que ocasionan pérdidas de vuelos de los pasajeros que tienen conexión debido a la congestión de gente y hasta ahora poco o nada hicieron para ampliarlo.

En Argentina, los concesionarios hicieron poco para mejorar pero sí se llenaron de dinero. Por esta razón, cuando en Israel, Honduras y Paraguay me consultaron si es bueno que el Estado maneje los aeropuertos les dije que SI, ya que es una fuente de entradas para el país. 

Durante la gestión de los anteriores concesionarios de Sabsa en Bolivia, se vio esto. Ellos me invitaron a Londres y Estados Unidos para visitar aeropuertos que manejan y la verdad que me trataron a cuerpo de rey y en una reunión me mostraron que ellos perdían dinero manejando Sabsa Bolivia. Pero la realidad desde el principio era que no pusieron nada y vendieron a buen precio la concesión, pero el otro concesionario no hizo nada.

En Bolivia, en varios años Sabsa privada, que se adjudicó los aeropuertos de la troncal, no hizo nada para mejorarlos. El primer adjudicatario vendió en millones la concesión que la compró en centavos y no hizo ninguna mejora destacable. 

El segundo adjudicatario hizo algo, pero se enriqueció y también lo vendió con una buena utilidad. El último que quedó ganó mucho dinero sin hacer mejoras para destacar, pero pagando sueldos exorbitantes a sus ejecutivos.

En una invitación que me hicieron a sus oficinas en el exterior, los adjudicatarios me dijeron que en las operaciones en Bolivia perdían muchos millones y que sólo se mantenían por un aprecio al país.

Sabsa nacionalizada en pocos años remodeló el aeropuerto de El Alto, puso mangas de embarque y desembarque en Cochabamba, carros bomberos de la más alta calidad, entre otras cosas.

Actualmente se remodela y amplía el aeropuerto de Viru Viru en Santa Cruz y todo con fondos recaudados por servicios que presta. Ahí está la diferencia entre aeropuertos en manos privadas y estatales, viendo las realidades en nuestro país y en los otros mencionados las evidencias están claras. 

Es necesario reconocer que en el caso de Sabsa nacionalizada, el Gobierno boliviano tuvo un acierto y ahora muchos países tratan de seguir este ejemplo.

 

Constantino Klaric

El autor es experto en aeronáutica y Director de Proyectos Especiales.

Constantino Klaric (*)

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