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Economía boliviana

Coyuntura complicada para la economía boliviana

El clima económico mundial no es alentador y presenta una desaceleración en medio de altos niveles de incertidumbre. Bolivia no escapa a esta tendencia, que se agrava por su alta dependencia de las materias primas.

La expansión mundial se ha debilitado. Se estima que en 2018 el crecimiento mundial fue de 3,7%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar del desempeño más flojo de algunas economías, particularmente en Europa y Asia. Se proyecta que la economía mundial crezca 3,5% en 2019 y 3,6% en 2020, es decir, 0,2 y 0,1 puntos porcentuales menos de lo esperado por este organismo.

El FMI estima un menor crecimiento de la economía a nivel mundial y menor creación de empleos en una de las economías más fuertes del mundo cómo es la de los Estados Unidos, que crecerá en el orden del 2,5%.

El gerente de Estrategia de Inversión y Estudios Económicas del Banco de Crédito del Perú S.A., Carlos Prieto, advierte que para el año 2020 es posible una recesión en los Estados Unidos debido a que se trata de un año electoral y que en Europa continúa la desaceleración debido a la indefinición del Brexit y las proyecciones de crecimiento europeo son reducidas en el orden del 1.1% al 1.7%

Igualmente China presenta un mercado con recorte en encajes por cuarta vez en 12 meses y ello confirma un contexto de desaceleración.

En cuanto al petróleo, el precio del barril se ha mantenido alto desde noviembre de 2018 a $us 60; sin embargo, el gas ha caído en un 15% porque se han descubierto reservas en otras partes del mundo, arrastrando en esta caída al precio del gas boliviano, no importando si es que ha subido o no el precio del barril del petróleo.

Dentro de ese ámbito y al finalizar el primer trimestre de 2019, el panorama económico boliviano no es tan halagüeño como se esperaba a finales de 2018, cuando las previsiones establecidas en el Presupuesto General del Estado, presentado ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, estimó un precio del petróleo de 50,25 dólares. Fue una estimación conservadora, teniendo en cuenta que el precio promedio para 2018 rondó los $us 66.

En ese momento hubo la apreciación de que se obtendrían ingresos adicionales mediante el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y la renta petrolera, lo cual permitiría cuadrar la balanza fiscal y ayudaría a cuadrar la cuenta corriente vía exportaciones. 

Sin embargo, el precio es menor, provocando desajustes, lo que conduciría a que puedan agravarse los problemas deficitarios.

 

Crecimiento económico

Casi todos los sectores económicos, indica el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) contribuyeron de forma positiva al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia en el 2018, excepto el sector hidrocarburos que registró una baja del 7,8%. 

El economista Roberto Laserna recuerda que en 2005, antes de que Evo Morales llegara al poder, con la colaboración de José Gordillo y George Komadina, escribió un libro titulado La trampa del rentismo para advertir sobre los riesgos económicos de la abundancia. 

“El auge de las exportaciones de gas natural estaba a punto de comenzar. En un entorno institucional muy débil y con desigualdades tan profundas, predije que la concentración de recursos debilitaría aún más las instituciones y reduciría las capacidades productivas a largo plazo, perjudicando al mismo tiempo las perspectivas de democracia y desarrollo”, manifiesta Laserna al tiempo que indica que el auge de las exportaciones fue mayor de lo esperado y, durante algún tiempo, esas predicciones parecieron excesivas. Pero ahora podemos ver que detrás de los flujos de dinero de los últimos años, Bolivia enfrenta un futuro difícil.

Acotando al tema, otro economista, Oscar Zegada, manifiesta que por varios años la economía boliviana ha estado creciendo, debido a la bonanza externa, por encima de su nivel potencial de crecimiento que parece estar alrededor del 4%.

“El deterioro del motor externo por la baja de la demanda y los precios internacionales de gas y minerales está siendo compensado con el gasto público apoyado en el endeudamiento estatal –externo e interno- y en menor medida con el consumo privado”, señala Zegada.

En cuanto al crecimiento, si bien el ministro de Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora, no hace referencia al tema de los hidrocarburos, afirma que en 2005 Bolivia era el país más moroso de la región, pero que gracias a la aplicación del nuevo modelo económico, hoy tiene la mora más baja de la región, los ingresos subieron y la población tiene para pagar sus créditos.

Sin embargo, los datos proporcionados por el IBCE son contrarios a los de la autoridad ministerial  y evidencian que los rubros que experimentaron un crecimiento por debajo del 4,22% anual fueron construcción, electricidad, gas y agua; y minerales metálicos y no metálicos, ligados, en ciertos casos, al sector crediticio de vivienda.

 

Inflación y balanza comercial

La inflación a marzo de 2019 registró un valor de 0,06%, inferior al 0,5 % en similar período de 2018, ratificándose la contracción de la demanda de bienes y servicios en el mercado interno; mientras tanto, el déficit comercial a febrero de 2019 subió a $us 373 millones, cuando en febrero de 2018 se ubicó en $us 145 millones, un aumento de 157 %, según informe de la Cámara Nacional de Industria (CNI).

Al respecto, Zegada opina que las eventuales presiones inflacionarias se contrarrestan con la política de tipo de cambio fijo que abarata las importaciones, que a su vez está ocasionando déficit en la balanza comercial y una notoria disminución de las reservas internacionales netas.

Según información de la CNI, en 2016 se registró el mayor déficit en la balanza comercial, la cifra alcanzó a $us 1.305 millones y en 2017 bajó a $us 945 millones.

A febrero de 2019 son seis años consecutivos que la balanza comercial del país es negativa y todavía no hay indicios de recuperación, debido a la situación económica de los principales socios comerciales de Bolivia -Argentina y Brasil- que enfrentan dificultades.

Zegada manifiesta que en una economía como la boliviana muy dependiente de la economía mundial y de potencias imperiales (antes EE.UU. hoy China), y muy heterogénea en niveles de productividad, con sectores de servicios voluminosos, la administración pública, servicios financieros, comercio y otros, esta política sirve para el corto plazo, pero a más largo plazo es insostenible por la debilidad del aparato productivo, la precariedad de los empleos, el déficit fiscal “que tiene preocupado al gobierno en los hechos a pesar de las tranquilizadoras declaraciones y declamaciones de funcionarios públicos” y el incierto contexto internacional. 

“La economía boliviana sigue atrapada en su perfil primario exportador con un mercado interno reducido, que va creciendo principalmente de la mano del crecimiento poblacional y el gasto en inversión y consumo”, subraya.

Otro economista, Pablo Cuba, añade que la inversión pública que el gobierno de alguna forma ha tratado de que no disminuya, es decir, la construcción de carreteras, de obras, de proyectos, sobre todo los de nivel nacional, y las inversiones que están haciendo en Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), responden a una política pública de subvenciones.

“Siempre se preguntan por qué hay tanta desesperación en este momento, por mantener o aumentar la inversión pública. Es para mantener el indicador del crecimiento económico, es decir el PIB, en niveles altos. Por eso también el Gobierno sigue invirtiendo tanto en el sector petrolero, para producir más para compensar la caída del valor de las exportaciones por efecto de la caída del precio del petróleo”, complementa Cuba.

 

Economía vulnerable

Laserna considera que la economía es más vulnerable y dependiente de unos pocos ítems, la agricultura tradicional y los sectores manufactureros son los sectores menos productivos y observa que las inversiones privadas están en declive y también la calidad de los empleos.

Con una visión un poco más específica, Zegada mira los números de Fundempresa y considera que se trata de información valiosa que refleja la dinámica de un segmento particular, formalizado, visible y legal de la economía, aunque no cree que tengan mayor pertinencia como expresión de la dinámica global de la economía nacional.

Cuba se detiene un poco más en el análisis del comportamiento empresarial y hace notar que el modelo económico de demanda interna se mantiene pero se sigue con una moneda apreciada, siendo el sector manufacturero textil el que menos crece, y de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística, más bien, ha ido decreciendo en los últimos años.

Los números muestran que hay pequeñas y medianas empresas, que todavía siguen apostando al sector manufacturero, pero se sabe que muchos productores han migrado a otros países vecinos, como Chile, Brasil, Argentina, donde han encontrado mejores condiciones para el desarrollo de su actividad productiva.

Cuba considera que las condiciones para que el sector manufacturero crezca está enfrentando muchas dificultades y avizora que el sector agropecuario tradicional es el que también estará bastante afectado, sobre todo la producción de los valles y altiplano por la presión de los precios, efecto de las devaluaciones de moneda en los países vecinos, que tiene su impacto en términos de competencia, así como la ropa usada tuvo un impacto sobre el sector manufacturero textil, esta devaluación de las monedas vecinas tendrá su efecto en el sector agropecuario.

 

Balanza comercial

De acuerdo con la CNI y el IBCE, el incremento de las importaciones y el descenso en el valor de las exportaciones en los dos primeros meses de 2019 generaron una subida en el déficit comercial con el consiguiente efecto sobre el descenso en el valor de las Reservas Internacionales Netas (RIN). 

Las exportaciones a febrero de 2019 descendieron a $us 1.315 millones, cuando en febrero de 2018 se situaron en 1.388 millones; por su parte, las importaciones subieron a 1.688 millones a febrero de 2019 cuando a febrero de 2018 se ubicaron en 1.533 millones.

Los empresarios en su momento sugirieron revisar la política del tipo de cambio fijo, debido a que resta competitividad a las exportaciones nacionales, y más bien alienta la importación de productos.

Y a raíz del incremento salarial, el presidente de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba (FEPC), Javier Bellott, mencionó que la situación económica del país no es de las mejores, y que de cada diez productos que se comercializan en el mercado nacional, ocho son importados.

Pablo Cuba agrega que el Gobierno, además de hacer uso de las RIN, está pidiendo al Banco Central de Bolivia (BCB) préstamos para poder mantener la inversión, siendo que hace cinco años ha dictado una ley de incentivos a las regiones para que también puedan seguir manteniendo inversiones. Entonces, las regiones, los gobiernos sub nacionales, las gobernaciones y las alcaldías están perdiendo ingresos por efecto de la caída del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, pero recurren a esos fondos para mantener su nivel de inversión.

Laserna complementa a este argumento y afirma que el mercado interno se ha vuelto adicto a los dólares baratos y “es por eso que las reservas internacionales se están hundiendo a un ritmo muy rápido, mientras que el Banco Central sigue aumentando la cantidad de dinero para financiar el creciente déficit del gobierno, justificado como inversión pública que no ofrece resultados eficientes”.

 

Futuro opaco

El sector de servicios es el que tiene la tendencia a seguir creciendo y se ha podido ver que el sector financiero está enfrentando una caída en términos de sus depósitos y el crecimiento de la mora financiera en general, a diferencia de años anteriores que logró expandirse y captar una cantidad importante de depósitos en sus cuentas, cerca de $us 15 mil millones, casi el equivalente a las RIN que tuvo Bolivia hace cuatro años. 

A finales del primer trimestre de 2019, la situación es diferente, si bien hay confianza en el sistema financiero éste tiene que desplegar más esfuerzos para llegar a captar los ahorros de los usuarios y realizar las colocaciones que dinamicen ese sector.

Por otro lado, se está llegando al límite de seguir utilizando las RIN, porque hay que tener, apunta Cuba, un colchón financiero ante posibles ajustes en la propia economía en los próximos años.

Laserna señala que “las instituciones son más débiles que antes, el sistema de justicia no es confiable, la policía está erosionada por la corrupción, no hay respeto ni garantías para el voto popular, la Constitución no es respetada por los tribunales y el gobierno”, con lo que se colige que estos temas afectan al desarrollo económico del país.

Bajo una apreciación muy llamativa, Zegada manifiesta que la duración de la actual coyuntura de estabilidad de precios con crecimiento modesto va a depender, por un lado, de lo que pueda pasar con la demanda y los precios de minerales-gas, que no lucen muy bonancibles, y por otro lado, de la dinámica de dos sectores importantes respecto de los cuales todos preferimos guardar discreto silencio y mirar para otro lado: narcotráfico y contrabando. 

“Ambos inyectan recursos ayudando al crecimiento de la economía y evitando una mayor desaceleración. Las estimaciones sobre su magnitud, que les dan una relativa reducida importancia, se hacen con metodologías de la economía legal cuando se trata de economías subterráneas invisibles para las cuentas nacionales. Incluirlas en las estimaciones del crecimiento daría buenas noticias sobre la dinámica del crecimiento, pero el optimismo debe ser mesurado, ya que hay fundadas sospechas de que la información estadística oficial sobrevalora lo que debería crecer e infravalora lo que no debería hacerlo, el PIB y los niveles de precios, respectivamente”, remata Zegada.

 

Monica Briançon Messinger

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