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La producción de gas declina y no existen nuevo mercados

En la última década, los hidrocarburos tienen una notoria importancia en la economía boliviana, ya que casi el 50% de las exportaciones nacionales corresponden a gas natural.

“Estamos raspando la olla”, así describió la situación en que se halla la producción de gas en Bolivia, transcurridos diez años (2008-2018), el exministro de Hidrocarburos y experto en el área, Mauricio Medinacelli, para quién los mega campos más grandes comenzaron a declinar, no existen nuevos reservorios y los yacimientos sobre los cuales cifró esperanzas el actual Gobierno para subir la producción Itaú e Incahuasi, “no son lo que esperaba”.
Como si fuera poco, si hay gas, el tema es saber “dónde lo vendemos, a qué precio y bajo qué condiciones”, puntualizó el experto.
Esta realidad también fue corroborada por los analistas en el área, Sandra Sánchez y Raúl Velásquez, ambos de la Fundación Jubileo, cuando preguntaron “¿Qué pasó con la estrategia de Hidrocarburos?”.
El Gobierno, sin embargo, piensa lo contrario. En hidrocarburos llegaron grandes inversiones que permitieron recuperar los recursos para los bolivianos y llevar adelante la industrialización de los recursos naturales, enfatizó el Ministro de Hidrocarburos, Luis Sánchez.
"Entre 1994 a 2005, en el sector se invirtieron 4.283 millones de dólares; sin embargo, en 12 años de la gestión del presidente Evo Morales la inversión llegó a $us13.409 millones, tres veces más, lo que nos permitió duplicar nuestra producción de 30 a 60 millones de metros cúbicos día (MMmcd) y una capacidad de procesamiento de 104 MMmcd", apeló a cifras la autoridad de Estado.
"Todo ello permitió generar al país una Renta Petrolera en estos 12 años de $us 35.242 millones", añadió.

La realidad impone
En Bolivia, los hidrocarburos tienen una gran importancia en la economía, ya que casi el 50% de las exportaciones nacionales corresponden a gas natural; alrededor de 36% de los ingresos tributarios provienen de este sector extractivo y, además, la renta derivada de su explotación provee en gran parte a los presupuestos de los diferentes gobiernos subnacionales, señala Medinacelli y respaldaron la posición, Sánchez y Velásquez.
Entre 1997 y el 2003, Bolivia incrementó sus reservas de gas que pasaron de 5,69 a 54,9 trillones de pies cúbicos, un crecimiento de 9,6 veces a un ritmo promedio anual de 55,8%, indica Velásquez.
En el caso del petróleo, a su vez, las reservas crecieron de 200 a 956 millones de barriles, lo cual se traduce en un crecimiento de 4,76 veces, acotó.
En ese sentido, la exploración tuvo su mayor auge durante el periodo 1997–2000, cuando la tasa de crecimiento fue de 6%.
¿Qué sucedió después? Posterior a esos años se vio una caída progresiva de la inversión en esta actividad hasta el 2005; no obstante, para los años 2000–2005, remontaron las inversiones en explotación, señalan Sánchez y Velásquez, mientras que Medinacelli blinda la posición con un añadido: lo que está explotando hoy el país son “campos antiguos, pequeños y casi agotados”.
Para el 2008, sin embargo, los 44 contratos de operación que se tienen suscritos entre YPFB y las empresas petroleras, desde 2006, abarcan a 75 campos en explotación, los cuales se clasificaban en: campos en producción sostenida (44), campos en retención por falta de asignación de un mercado (5), y campos sin producción o producción remanente (26), menciona con precisión Velásquez.

Limitada capacidad
La Estrategia Boliviana de Hidrocarburos (EBH), para el 2008, llegó a la conclusión que existe una limitada capacidad de producción, dando como resultado que la diferencia entre la oferta de producción y la demanda (mercado interno y compromisos de exportación) presenta un déficit en la producción, que debe ser solucionado a la brevedad posible, señala con énfasis Velásquez.
En ese sentido, la estrategia de exploración que el Gobierno nacional se propuso aplicar y que responde en lo general a un estándar internacional, se traduce en una política agresiva en todo el territorio nacional, incentivando la inversión en áreas tradicionales y no tradicionales, bajo tres ejes principales: actividades de exploración, control de reservorios y políticas de información financiera.
Sin embargo, a partir del año 2013, se percibieron las mayores diferencias, siendo la mayor la registrada el año 2016, cuando la producción promedio anual esperada bajo un escenario optimista debía llegar a 100 MMmcd, pero los resultados fueron hasta en un 44% menor (56,3 MMmcd), precisa datos Velásquez.

El promedio de crecimiento esperado de la producción por la EBH entre el 2008 y 2016 era de 12%, registrando el mayor crecimiento durante el año 2013 (+27%); sin embargo, en la ejecución se ve que durante los primeros cinco años se tuvo un crecimiento promedio de 11% (3 puntos por debajo del esperado para esos cinco años), y posteriormente una declinación de la producción durante los últimos tres años, de 3% aproximadamente, con lo cual el promedio de crecimiento real 2008-2016, fue casi la mitad del esperado (5,73%), según información de Sánchez y Velásquez.
Medinacelli también certificó las cifras señalando que el sector necesita urgentemente un “cambio de timón”, si acaso no queremos “llevar la industria petrolera al despeñadero”.

Edwin Miranda V. / La Paz

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